Tal vez no seas el niño modelo del que cualquier padre estaría orgulloso
Tal vez tu no tengas logros académicos sobresalientes
No tengas el papel protagónico en la obra de teatro escolar
Tal vez no seas la estrella del equipo deportivo
Ni seas el solista en el conjunto musical
Tal vez nunca tengas un título universitario
Ni tengas una foto sonriendo con toga, birrete y un diploma enrollado en la mano.
Pero eso no importa, porque esas cosas son pasajeras, esas cosas son anhelos de la gente común.
Y tú no eres alguien común.
Al principio de nuestro camino todo fue muy difícil para mí.
No sabia como tratarte, ni siquiera sabía cómo criar a un niño.
Y Dios me envió a un niño totalmente distinto a lo que yo esperaba.
Perdóname por mi ignorancia
Perdóname si no he sido el padre que tu mereces, pero he sido el mejor padre que se me ha ocurrido ser.
Al final he comprendido que las cosas no son como me contaron.
Entendí que tu llegaste para guiarme a mi
Que Dios en su infinita sabiduría
Designó un espíritu enorme para que mi espíritu creciera,
La Fuente creadora sabía que yo necesitaba un maestro que me guiara en el aprendizaje de la única lección que hay que aprender; el amor.
El amor puro, total y desinteresado, el amor con el que me ama, el amor con el que me creó; el amor incondicional.
Gracias porque me has enseñado a amar sin mirar, a amar sin esperar nada a cambio, gracias por enseñarme a observar todos esos pequeños milagros que suceden cada día, porque gracias a ti yo soy una mejor persona; más sensible y más consciente.
Porque para mí una sonrisa, una mirada, un movimiento me indican que estás ahí presente, conmigo.
Gracias porque me has enseñado un lenguaje sin palabras, un idioma hecho a base de sentimientos.
Gracias porque de tu mano he conocido mundos hermosos e insospechados.
Gracias porque me has llevado al más oscuro infierno, pero también al más hermoso paraíso.
Gracias porque me has enseñado a valorar cada día, cada momento, cada efímero instante en que me miras, sonríes o me dices algo, cualquier cosa…. No importa.
Pero… ¿en realidad qué importa?
Ser feliz con lo que tenemos, solo disfrutar la vida este instante porque tú me has enseñado que eso es la vida; solo un instante.
Este instante
No tener las expectativas estúpidas de los seres humanos
que los hacen tan infelices cuando no las alcanzan.
Solo disfrutar lo que tú eres… quien tú eres.
La dicha o el sufrimiento del pasado y la esperanza del futuro son conceptos que nos distraen del ahora, y ahora te tengo aquí, conmigo y cada momento que te veo o no te veo ya no regresará jamás.
Y un día esos momentos llegarán a su fin
Para mi pero también para ti.
No pienso desperdiciar mis momentos contigo pensando en lo que pudo ser o en la pena de que no seas lo que todos los hijos son, yo elijo disfrutar lo que tengo contigo, a tu lado, viviendo intensamente lo que me quieras dar, que para mi es lo más maravilloso que existe.
Porque se que un día dejaremos de compartir estas cosas inevitablemente.
Gracias por enseñarme de lo que se trata la vida.
De vivir, de disfrutar y de amar
Gracias por enseñarme la lección más grande de todas.
Gracias por enseñarme a amar a mi hijo aunque sea imperfecto, porque yo soy un padre imperfecto.
Pero somos extraordinarios
Gracias
Y por hacerme entender que al final del día tu eres perfecto para mi camino, mi aprendizaje y mi crecimiento como ser humano.
Entendí que lo que yo percibo imperfecto
Es perfecto a los ojos de Dios.
Gracias por enseñarme a amarte como Dios me ama a mi.
Gracias por enseñarme lo que es el verdadero amor.
El amor incondicional.